lunes, 30 de abril de 2012

Feliz día del niño... Si aún llevas un niño dentro... Metafóricamente hablando...

“¿Y tienes novi@?” Pregunta que es divertido hacerle a un/a niñ@ de seis años. La reacción inmediata es de pena o tal vez de repulsión o tal vez de emoción. Pero desde temprana edad sabemos que los niños y las niñas se gustan y que los niños y las niñas se pertenecen y que los niños y las niñas sienten cosas raras. La inocencia que vive en la atracción de un niño hacia una niña, y viceversa, siempre ha sido conmovedora y sencilla. Una mirada, una flor cortada del patio, regalarle un lápiz, tus papas, cargarle su mochila. O, en el caso de los niños, molestarla hasta que llore, porque no sabes qué hacer con lo que sientes por ella. Y como niña decirle a tus amigas que ese niño está guapo pero es un tonto, siempre te pega. Así empezamos nuestra vida amorosa, torpes. Pero la torpeza con la que vivimos ésta etapa es lo que la hace blanca. Si guardáramos por lo menos un poco de esa inocencia mientras crecemos, el amor se volvería más sencillo. ¿En qué momento de nuestra vida volvimos al amor complicado? ¿En qué momento pasó de ser algo tierno, algo limpio, a ser algo doloroso? ¿Por qué ya no nos conformamos con saber que le gustas a alguien y que ese alguien te de un pequeño detalle en representación de sus sentimientos? Se supone que conforme vamos creciendo vamos adquiriendo experiencia, conocimiento, sabiduría y esas herramientas las deberíamos usar para bien, para evolucionar, para ser felices. Pero resulta que es lo contrario. Si el amor es uno de los requisitos de la felicidad, debimos de haberlo dejado como lo conocimos no como lo quebrantamos. Y podría ser que las hormonas sean el villano de la historia de nuestras vidas. Que gracias a ellas los sentimientos se vuelven necesidades físicas. Que de pequeños sólo pensamos en lo que nos hace sentir bien emocionalmente y que ninguna parte de nuestro cuerpo, que no sea el corazón, se involucra. En el momento que otras partes del cuerpo empiezan a necesitar otras cosas, es ahí donde la inocencia se corrompe y todo se vuelve más complicado. Tal vez. No es necesario vivir siempre como niños ni es necesario vivir siempre como adultos. ¿Quién no extraña ser sorprendido por todo lo que la vida te pone enfrente? ¿Quién no extraña que tus problemas eran mucho más sencillos? Pero la vida evoluciona, el cuerpo crece, las memorias se llenan de muchas cosas. Las cicatrices de niño no son las mismas que de adulto. Un niño que se raspa la rodilla jugando, nunca va a dejar de jugar, pero un adulto que se raspa el corazón amando, es capaz de dejar de amar. Hay cosas de la infancia que se pueden rescatar. El amor puro debería ser una de ellas. Sin soñar en una utopía, sino en un mundo donde tal vez podamos regresar a solo gustarnos y que tu amiga le diga a su amigo que le diga a su amiga que le gustas. Un día en que los niños jueguen futbol mientras las niñas jueguen con la imaginación y que secretamente todos se miren de reojo. Deberíamos aprovechar el día del niño para, por lo menos, recordarlo. Juguemos a querer amar no a querer no estar solos. Cita " la mayor y más grande manera de descubrir el mundo y adentrarte a la filosofía es, justamente, ser como niños; dejarnos asombrarnos por aquello a lo que nos habíamos acostumbrado. Interesantes reflexiones" Ser chico en un mundo de grandes nunca es fácil. Pero ser grande en un mundo de grandes que quieren ser chicos y ya no pueden, es más difícil. Aprendamos de los niños, los de afuera y los de adentro. Yo soy Alejandro ...y ésto es Cero Subjetivo Gracias por leerme

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