martes, 4 de junio de 2013

Salte de la rayita

De pequeños todos aprendemos a colorear con dibujos predeterminados (arboles, carritos, animales, letras etc.) Nos ponían una imagen muy bien delineada, para saber cuales eran los limites de cada parte del dibujo. El objetivo era no salir de esos limites, "no salirse de la rayita". Algunos dibujos venían con números también para saber de que color iba en cada parte del dibujo y así saber que un oso tiene el cuerpo café y la parte de las orejas era rosita, el mar siempre era azul, los arboles verdes con tronco café.
Para aprender a dibujar era necesario imitar la realidad. El mejor dibujante era el que menos se salía de la raya, el que mas copiaba. Cuando nuestros padres, tíos, hermanos o guardianes, les estorbábamos o nos querían distraer, nos ponían enfrente una hoja y unos colores: "dibuja un.... carrito" decían, si es que la hoja no tenia ya un dibujo. Funcionaba perfecto.
Crecimos poniéndole colores a las hojas que trataban de imitar las imágenes de la realidad.
Conforme la edad avanza, los dibujos desaparecen y los colores empiezan a cobrar otro sentido, queremos colorear otras cosas que ya no viven en hojas. Queremos colorear las emociones, las memorias, la vida. El problema es que estamos encasillados en las mismas lineas que vimos cuando crecimos. No nos queremos salir de la raya. Nos enseñaron a encerrarnos en una imagen y a tenerle miedo a que un color se saliera de ella. de ahí vienen los prejuicios? Al final son limites impuestos por la sociedad o por uno mismo.
No sorprende entonces que al pensar en una relación no queramos pintar fuera de las linea, que salirnos de lo ya establecido cueste tanto trabajo.
No sorprende entonces que al pensar en sexo, si no hay una sección numerada no sabemos que color ponerle.
No sorprende entonces que nos cueste tanto trabajo aceptar que algo que tenia que tener un color, tenga otro.
En la vida de alguien que ya no es un niño, imitar la realidad ya no es una opción, el chiste es transformarla.. Copiar? para qué?.
Nadie nos pondrá una estrellita en la frente. Los aplausos tienen que venir de la felicidad que se provoca uno mismo.
la buena noticia es que las lineas están puestas, pero todos tenemos a la mano un borrador. Dibujemos osos morados y los arboles azules. Si alguien se sale de la raya, no hay que juzgarlo, hay que admirarlo. Sabe mas de colores la persona que los sabe mezclar que la persona que los sabe encasillar.

Yo soy Alejandro... Y esto es cero subjetivo.

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